Estimadas y estimados, me llamo Laura y tengo 32 años. Trabajo como coordinadora territorial para Activamente (asociación de salud mental en primera persona), como psicóloga en un centro médico haciendo revisiones del carné de conducir, y como tallerista de escritura creativa para niñas y niños y adultos en centros cívicos .

Aparte de trabajar, me apasiona desde pequeña cantar, y escribir relatos sobre cosas que me han ido pasando a lo largo de mi vida sobre todo en la juventud.

A los 23 años, conviví en un piso con quien era mi pareja. Teníamos dinero, hacíamos conciertos musicales, viajábamos cuando no trabajábamos, salíamos mucho de marcha, fumábamos marihuana, bebíamos … Todo con una apariencia de ir bien. ¡Y de vivir al máximo!

Como cualquier joven de nuestros días, nos sentíamos muy fuertes aunque con ese chico las cosas no iban muy bien… Hasta que una noche de navidad, exploté. Me empecé a sentir muy, muy angustiada. No quería entender el porqué. No quería comer, no tenía fuerzas para nada; sólo de llorar y dejar de estar así. Tenía que ir al trabajo y no tenía fuerzas para levantarme. Recuerdo como mi hermano, que vivía en otra ciudad, me venía a buscar y me acompañaba a trabajar. No cogí ninguna baja. No sé ni cómo pude continuar… Me había hundido desde la tristeza y el miedo. Desde la desesperación.

Recuerdo que dejé de consumir una temporada, y con apoyo psicológico y médico, y sobre todo de la familia, me recuperé de aquella primera depresión.

Al tiempo dejé estar aquella relación ya que a ninguno de los dos nos iba bien. Pero después de dejarlo me sentía muy, muy libre y tan bien, que empecé a hacer exactamente igual pensando que aquello no me volvería a pasar. Con la diferencia de que en el camino me encontré una pareja aún peor, sufriendo maltrato al final de la relación. Además yo trabajaba mucho más y no dormía. Sólo pensaba en ganar dinero y en quemarlo en alcohol de fiesta.

Resultado, más problemas de salud mental. Mi estado anímico estalló y perdí la razón. Por tanto estrés y tanto consumo de marihuana, me daba la sensación de que las cosas que eran irreales sí pasaban. Huí perdida en mi primer brote psicótico.

Me ingresaron en el hospital psiquiátrico una semana para volver a estabilizarme. Quizás me estabilicé, pero no me recuperé del todo. Empecé a vivir acompañada de mucha vergüenza, y caí en una fuerte depresión por tener un diagnóstico en salud mental: un trastorno bipolar. Sentía doble vergüenza, doble porque soy psicóloga (había hecho psicología sanitaria o terapia) y ahora era yo la paciente. Ni los psicólogos ni los médicos estamos inmunes a los problemas de salud mental! Tenía que luchar también con otros mitos como que tener una enfermedad mental es ser violento, que siempre estamos enfermos, que no somos capaces de hacer nada … No veía mis capacidades.

Se me hacía muy grande e incapacitante el hecho de haber sufrido un brote psicótico, de haber perdido la razón. Me culpabilizaba mucho y me sentía como si nunca en la vida pudiera volver a ser normal: a conocer a alguien, a trabajar, a amar y amarme… Era como si fuera otra persona. Y vergüenza también de hablar de mi trastorno con gente nueva o fuera de mi familia.

Fueron años de recuperación -que aún continúan-, de aceptar mi enfermedad y de no sentirme un bicho raro. Hace dos años tuve la necesidad de comenzar a contactar con entidades que trabajan en primera persona con personas con un diagnóstico en salud mental.

Y empoderándome me fue desapareciendo esta vergüenza y el rechazo hacia mí misma por tener un trastorno mental. Todo gracias a la entidad donde soy activista y trabajo: Activamente Cataluña Asociación, donde luchamos contra el estigma, empoderamos a nuestro colectivo, y sensibilizamos a la población a través de charlas o contacto social con talleres de ocio.

Considero que es muy, muy importante pedir ayuda, cuidarse y que desaparezca este autoestigma. Ha sido posible gracias a la psicoterapia, a los médicos y a la medicación, a mis amigas, a mi actual pareja -Andreu- que me da mucha paz y apoyo, a mi familia, y a las y los compañeros de Activamente . Y el hecho de continuar una vida normalizada, a enriquecer mi vertiente artística a través de la música y la escritura, a empoderarme, y tener esa necesidad de luchar en el ámbito de la salud mental contra el estigma y a favor de nuestros derechos.

Laura

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